Uno de mis grandes sueño siempre fue ser invisible, porque solo así me sentía segura en un lugar. Nunca pensé en los detalles pero con los años ese anhelo persistía, era extraño el querer estar sin que me pudieran observar.
Un diagnóstico de Parkinson me hizo de alguna manera comprender que había logrado desaparecer entre la multitud. La velocidad se anuló y de pronto vi en mis fotos esa oportunidad de mantenerme ausente de una escena que no logra parar. La rigidez me congela muchas veces por minutos eternos donde solo mi mente avanza, pero para el mundo solo paré a observar.
Curioso... mi deseo se hizo realidad, me volví invisible.